viernes, 20 de febrero de 2009

Revolutionary Road, cuando el amor no es suficiente

Sam Mendes se pone detrás de la pantalla para contarnos lo frágil que es el amor y la pasión, frágil cual bola de cristal, que siempre está a punto de romperse. Es curiosa la sensación que tengo después de ver las películas de Sam Mendes.

De las tres películas beneradas por la crítica como son American Beauty, Road to Perdition y esta última Revolutionary Road solo considero a la protagonizada por Tom Hanks y secundado por Paul Newman y Jude Law como gran película, una película de esas que al empezar los créditos finales tienes la sensación de acabar de ver una gran pelicula una sensación de bienestar, una sonrisa dibujada inconcientemente en tu cara independientemente del tema simplemente porque sales satisfecho/a del cine y has disfrutado como el que más. Con Revolutionary Road me ha pasado lo mismo que con American Beauty una simple aceptación de que es una película por encima de la media debido a su cuidado guión y a una puesta en escena sobria pero una película que no me acaba de convencer del todo.

En esta ocasión el director inglés hace su primera colaboración con su mujer la actriz Kate Winslet y de paso la vuelve a unirla a Leonardo DiCaprio, uniendo a la vez a la inolvidable pareja protagonista de Titanic. Una pareja que enamoró gracias a sus ganas de comerse el mundo (y nunca mejor dicho). Los une en una película muy diferente a Titanic, es totalmente opuesta.

Revolutionary Road hace referencia a la calle de un barrio residencial donde van a vivir una joven pareja con muchas aspiraciones, los Wheeler, Jack y April. El joven matrimonio se conoció en una fiesta y desde el primer momento supieron que estarían juntos. La relación empezó con grandes expectativas, con grandes sueños. Pero los años van pasando y las espectativas no se cumplen, pronto se ven anclados en una vida que no es la que se pensaban que sería. Él ha acabado trabajando de oficinistas en la misma empresa de su padre, esa que se prometió a sí mismo que nunca trabajaría en ella. Y ella sigue sin éxito intentando ser reconocida como buena actriz participando en obras cutrecillas y de bajo presupuesto. Aun así la pareja da una imágen modélica, con dos hijos pequeños y un amor que aunque lo intentan no es suficiente para tirar adelante. Solo hay una salida: París, la ciudad europea de moda, una moda que no pasa nunca. París se convierte en la ciudad idílica, en un refugio para irse y olvidar la opresiva sociedad con la que conviven. Una sociedad un pelín arquetípica, la pareja amiga, la vecina amable, solo hay un secundario realmente bueno, el hijo de la vecina, la veritable conciencia de los Wheelers. Pero todos estos sueños se rompen en pedazos cuando Jack empieza a dudar, empieza a tener miedo de una equivocación y ese solo es uno de un seguido de nuevas circunstancias contrarias.

Kate Winslet y Leonardo DiCaprio son los soportes que aguantan toda la película con unas actuaciones muy buenas y demostrándonos que su química de Titanic sigue vigente. Y de todos los secundarios hay que destacar la actuación de Michael Shannon que interpreta al hijo "loco" de la vecina, el personaje que tiene las mejores frases del cuidado guión.

Como conclusión una buena película donde lo mejor reside en las actuaciónes, la fotografía y la siempre sobria dirección de Sam Mendes. Pero a la vez la realización tan tan sobria y seria me da la sensación que no acaba de permitirte introducirte de lleno en sus vidas, quedandote con una sensación de buena película pero nada más.

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